De
manera general, un repositorio (más eufónico
en
su ancestro latino “repositorium”)
puede definirse como un “almacén”, compilatorio o recopilación
de materiales ya sean estos científicos, institucionales, técnicos,
divulgativos, artísticos...
En
el caso particular de un Repositorio
de Objetos de Aprendizaje
(ROA
o LOR
por sus siglas en inglés) la definición se concreta en:
“Espacio
virtual en el que se almacenan materiales didácticos multimedia
(MDM) etiquetados según un estándar previamente definido y aceptado
internacionalmente (Metadatos conforme a norma LOM, Dublin Core o
Marc21).
Y
además de estos OA, en todo ROA debe habilitarse un motor interno de
búsqueda que permita buscar los materiales que nos interesen de una
manera fácil, eficiente y personalizada (por autor, título, palabra
clave, fecha publicación, categoría de conocimiento, fecha
actualización, institución de referencia...).
Así
caracterizados, es fácil comprender que estos ROA son una pieza
clave para garantizar el cumplimiento de una de las propiedades
esenciales de un OA: su reusabilidad.
En
estas bases de datos es posible encontrar los recursos y
descargarlos, bien directamente o bien a través de vínculos de
referencia para que podamos usarlos en nuestras tareas.
Ahora
bien, característica imprescindible en estos “almacenes” es que
la información esté organizada siguiendo un esquema lógico y
coherente con la que sería la organización habitual que haríamos
nosotros si tuviéramos que ordenar libros de diferentes temáticas
en los anaqueles de nuestras estanterías.
Y
unida a esta característica, la necesidad de fijar unos patrones de
calidad tanto para los contenidos como para los metadatos asociados
de los OA que se van a almacenar.
Sólo
así puede asegurarse la funcionalidad de estas bases de datos y
convertirlos en unos ROA útiles, eficaces, de bajo coste operativo y
“de calidad” que también habrán de cumplir satisfacer otros
criterios como son:
1.
Antes de aceptar un recurso y almacenarlo en la base de datos,
debería evaluarse la calidad de ese objeto para así asegurarse de
que el OA propuesto cumple unos estándares mínimos tanto en
contenido como en presentación y aspectos técnicos; Y comprobar
que sus metadatos asociados también verifican dichos estándares.
Evaluación
ésta que también habría de aplicar a cualquier ampliación o
renovación del objeto en cuestión. Y evaluación que debería llevarse a cabo mediante un modelo cuantitativo (LORI, FLOE) en una primera fase individual y una segunda etapa cooperativa (simultánea o asíncrona) en la que participan todos los agentes del proceso de aprendizaje (alumnos, profesores, expertos...)
En
esta línea, el repositorio Merlot
lleva
a cabo una evaluación propia de la calidad de los OA que almacena,
incluyendo un "ranking" de objetos valorados. En una escala
cuantitativa de 0 a 5, valora tres elementos: Calidad
de Contenido, Eficacia Potencial y Facilidad de uso.
Y al final, presenta una "nota" promedio para cada objeto.
2.
Junto a esta valoración de los OA, debería establecerse un
cuestionario específico para evaluar la accesibilidad,
funcionalidad y usabilidad del
propio repositorio.
En
un ROA puede haber muchísima información de calidad pero si no está
bien
catalogada,
se
proporcionan motores
internos de búsqueda suficientemente
detallados y se aplican unos criterios
de almacenamiento lógicos y coherentes no
servirá absolutamente de nada.
Imaginad
una biblioteca con los mejores libros y trabajos escritos durante el
siglo XX que los tuviera distribuidos por las estanterías sin
criterio o que no tuviera un índice ni detallara los datos
esenciales (título, autor, contenido) en una ficha ¿podríamos
encontrar algo allí? Quizás sí, pero nos llevaría mucho tiempo...
3.
Otro aspecto a tener en cuenta sería que junto con el OA, se
descargue un documento en el que se concreten los usos admitidos para
ese material (en función de la licencia de uso elegida durante su
creación) y se den recomendaciones para un uso eficiente de los
mismos.
4. Mantener
actualizados los materiales y hacer una revisión periódica de la
base de datos para eliminar los que se hayan quedado anticuados,
comunicándose con su autor para comentarle que tendría que renovar
su OA si quiere que siga publicado en el repositorio.
5.
Asegurar el cumplimiento de las normas internacionales sobre
protección de creaciones intelectuales, el reconocimiento de la autoría
del material, el sostenimiento en el tiempo y garantizar el uso
adecuado del mismo. Un aspecto muy importante ya que el “temor” a
que te roben el material que tantas horas te ha llevado crear,
mantiene apartados de los ROA a muchos investigadores y docentes.
6.
Otros elementos a tener en cuenta son:
Descripción
detallada e inequívoca de cada OA almacenado (tipo de material,
autor, fecha publicación y renovación...), interfaz intuitiva y
accesible; sistema de almacenamiento claro y organizado; índice
completo y específico estructurado en forma de árbol; anotar la
información en al menos dos idiomas (inglés y otro de los más
hablados);
Por
tanto,
evaluación
calidad OA (contenido y metadatos) = material apropiado y bien
referenciado
evaluación
de calidad de un repositorio = almacenamiento y búsqueda eficientes
Luego,
evaluación
calidad OA + calidad repositorio = satisfacción necesidad pedagógica
con un consumo óptimo de tiempo y recursos
Y
verificar esta igualdad tiene muchas ventajas tanto para alumnos como
docentes. Unos beneficios derivados de esos ROAs ágiles y flexibles
que refuerzan los propios asociados al uso de OAs de calidad.
Unos
ROAs que según
la manera en que archivan los materiales
pueden clasificarse en:
a)
aquellos en los que almacenan OA y metadatos en el mismo sistema
b)
aquellos que contienen solo los metadatos de los OA catalogados. Aquí
se habilita un enlace al MDM del objeto que está almacenado en otro
sistema o repositorio personal o institucional.
Y
que atendiendo al contenido
de los OA almacenados podrían
dividirse en:
a)
Generales:
En su base de datos hay información de muchos temas de las más
variados campos de conocimiento, desde la Medicina hasta la
Jardinería, pasando por la Astrofísica o la Gastronomía.
b)
Específicos o especializados:
Generalmente asociados a instituciones educativas o profesionales en
ellos se almacenan elementos formativos de una materia concreta (y de
un pequeño conjunto de disciplinas asociadas/relacionadas). Se
supone que la calidad de sus contenidos es superior a la de los
anteriores ya que la inmensa mayoría de los recursos aquí
catalogados, derivan de trabajos académicos.
Pero
mucho más interesante y provechoso que estas clasificaciones
“técnicas” es el hecho de diferenciar con claridad los ROA de
otros “almacenes” virtuales de recursos multimedia: las
bibliotecas
digitales.
Como
esas bibliotecas “físicas” en las que pasamos tantas horas
siendo estudiantes -tiempos no tan pasados que ahora revivimos con la
savia de la experiencia- en estas bibliotecas se almacenan de forma
lógica y ordenada recursos digitales -identificados con metadatos o
no-. Unos recursos multimedia que en muchos casos no pueden
considerarse OA ya que carecen de finalidad pedagógica, no han sido
creados para ser integrados en aulas e-Learning ni tienen por qué
ser indivisibles, reutilizables o interoperativos.
Más
que ROA, deberían considerarse depósitos virtuales para libros y
revistas electrónicas en formatos pdf (o similares) que en el
ámbito universitario también acogerían tesis doctorales, trabajos
de grado o proyectos de investigación digitalizados.
Ejemplos
de grandes bibliotecas digitales internacionales son: ERIC, Library
of Congress USA, National Library of Education USA, BNE, BCI, BNF,
BIDNAL, The British Library...
Mientras
que ejemplos típicos de ROA serían: Merlot, Connexions, SMETE,
Agrega, Iconex LOR, VCILT LOR, Alejandria, Universia, Ariadne, ITE...
Un
caso particular de ROA, muy importante -en mi opinión- por la
universalidad de su aplicación (llega a cualquier en cualesquiera
ciudades o países) y por ofrecer un acceso gratuito a recursos
formativos de calidad, son los Repositorios de Recursos Educativos
Abiertos (OER, siguiendo su denominación inglesa: Open
Educational Resources).
Los
materiales almacenados en estos repositorios tienen una clara
finalidad educativa -ya en su nombre nos lo anuncia- y aunque no
todos cumplan estrictamente con los requisitos/características sí
pueden acogerse a arroparse bajo una definición flexible de Objeto
de Aprendizaje.
Entre
los OER más interesantes que he visitado destacaría:
Commons
OER, SAVIA, CEACS, GUNI, IE-Workin Papers, e-Print UCM, GREDOS,
RODIN, ORO, QMRO, e-Print UPC, TLRP, e-Space Manchester University,
OpenCourseWare del MIT, Coursera, OERu,
Por
otra parte, si los OA no son el tema más popular en los mentideros
docentes, si nos referimos a ROA entonces nos damos cuenta del gran
desconocimiento que hay sobre ellos. Situación muy diferente si el
tema de la conversación son las bibliotecas digitales, ya que estos
“almacenes del saber” son populares y muy conocidas.
Sin
embargo, los
repositorios de OA no se publicitan tanto como debieran.
Conozco compañeros que jamás habían oído hablar de ellos... o si
han oído sobre ellos, tienen una idea
bastante difusa de qué son y más aún sobre cuál puede ser su
utilidad
(y por tanto, la de sus materiales). De hecho, muchos no se
plantearían colgar allí ninguno de los recursos que crean porque no
están seguros de para qué se usará su información.
Hay
cierta desconfianza
hacia estos almacenes virtuales, seguramente por el desconocimiento
antes mencionado, asociada a la percepción dudosa que se tiene de la
manera
en que se almacenan los OAs
en ellos.
De
hecho, muchos profesionales prefieren colgar los materiales que crean
en su propio blog. Por un lado porque así
aseguran que cuando lo descarguen/usen se sabrá que es suyo el
material.
Y por otro lado, porque así creen facilitar
la tarea de búsqueda a los usuarios.
Si alguien ha descargado un material una vez y le convencieron su
calidad y sus contenidos, recurrirá de nuevo a los recursos. Al
hacer un seguimiento personal del blog, sabrá cuando ha sido
actualizado y por tanto, sabrá cuando hay nuevos OAs disponibles.
Mayor ahorro de tiempo de búsqueda es imposible.
Y
habiendo caracterizado los ROA, sus ventajas, su difusión y su uso,
brota entre nosotros -como edelweiss entre las primeras nieves
primaverales- una pregunta relacionada con la que nos planteamos
planteada en el espacio OA:
¿Compensa
la relación tiempo - esfuerzo en la búsqueda y recuperación de
objetos digitales en repositorios?
En
primer lugar, comentar que la probabilidad de encontrar un
determinado OA depende de cuáles sean sus metadatos y que estos se
hayan adaptado a las directrices de algún estándar de los
comentados en la primera aportación de esta serie OA.
Y
añadir que debemos ser cuidadosos con los términos o referencias
que introducimos en los buscadores internos de los ROA para que así
podamos conseguir resultados adecuados a nuestras necesidades e
intenciones.
Dicho
esto, mi respuesta a la pregunta “edelweiss” se distribuye entre
dos aspectos complementarios:
- Primero, la especificidad del tema sobre el que buscamos y
- Segundo, el tipo de repositorio en el que estemos.
a)
Sobre
lo específico del tema:
Si
se trata de un asunto
muy concreto sobre
el que poca gente investiga entonces es más que probable que resulte
mucho más
eficiente crearte tú mismo los OAs
que necesites para tu trabajo docente.
Ahora
bien, si se trata de algo
genérico o un tema de amplia difusión
entonces es posible encontrar una gran
cantidad de recursos sin emplear demasiado tiempo.
Al menos, no tanto como te haría falta para crear tú esos
materiales con un proceso básico de diseño (búsqueda de
información, síntesis y adaptación a su finalidad pedagógica,
creación de contenidos e inclusión de metadatos).
b)
Sobre el tipo y características del repositorio:
En
repositorios
de carácter general es fácil encontrar OAs de calidad sobre temas
bien conocidos o populares.
Ahora bien, el consumo de tiempo dependerá -y enlazo con la
aportación que escribí ayer sobre evaluación de calidad de
repositorios OA al hilo del comentario de MJ- de la manera en que los
recursos estén organizados en dicho almacén. Si
el sistema de organización es adecuado y de calidad, entonces la
búsqueda será eficiente y el consumo de tiempo será óptimo.
En caso contrario, sería como necesitar dos horas en una biblioteca
para encontrar un ejemplar de El Quijote.
Para
repositorios
especializados
en una (o varias) áreas de conocimientos creo que la búsqueda
de materiales de esas ramas sería eficiente.
Y puesto que serían bien conocidos entre los profesionales de esos
temas, habría abundancia de recursos siendo sencillo encontrar
material de calidad sin consumir mucho tiempo en la búsqueda..
Comentado esto, añadir que el
hecho de que un OA sea concebido como objeto reutilizable y conjunto
cerrado al mismo tiempo es, en mi opinión, uno de los
círculos viciosos de su reusabilidad.
¿Es posible incorporar un
elemento subjetivo concebido con ciertos objetivos y unos
destinatarios concretos directamente en un esquema-entorno diferente?
¿Cómo podrá amoldarse a las necesidades específicas del nuevo
entorno? ¿Será mejor emplearlo como fuente de inspiración o guía
en nuestras creaciones personales? ¿Se podrán potenciar las
analogías y minimizar las diferencias para cumplir objetivos
didácticos distintos? Éstas son algunas de las preguntas de difícil
respuesta que me planteo en voz alta al reflexionar sobre este
círculo vicioso.
Y
no me gustaría cerrar esta aportación sin comentar que si bien el
desarrollo de los repositos digitales educativos fue muy lenta en el
primer lustro del siglo, desde 2008 el crecimiento ha sido bastante
más rápido. En Europa se ha debido sobre todo a la creación del Open
eLearning Content Observatory Services (Olcos),
enmarcado en el programa de e-learning de la Unión Europea, y uno
de cuyos principales objetivos es promover el uso de repositorios
educativos.
Muchas
gracias.
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